El espíritu de los guerreros paralímpicos

Por José Alberto Colín

La justa veraniega de los Juegos Paralímpicos Río 2016 concluye este 18 de septiembre. A lo largo de once días, miles de deportistas de 160 países demostraron en sus pruebas que son capaces de vencer a la adversidad para alcanzar sus metas. Los atletas, más allá de conseguir una medalla, se ganaron, una vez más, el respeto del mundo.

Desde el día cero, en la inauguración en el estadio de Maracaná, Marica Malsar, primera deportista brasileña paralímpica en lograr una medalla de oro en 1984, enseñó la determinación con la que se desarrollarían estos juegos. Ella cayó al suelo mientras llevaba la antorcha. Segundos después, levantó la llama, recogió su bastón y reanudó el camino. Una ovación le reconoció su esfuerzo.

El deporte, como otras disciplinas, es el medio ideal para aquellas personas quienes buscan potencializar sus habilidades y destrezas. Esto no excluye a los competidores paralímpicos; ellos practican la actividad física que más les gusta y encuentran la manera de sustituir sus discapacidades motoras, mentales o sensoriales para competir y desenvolverse como seres humanos íntegros.

En la pista de atletismo, las sillas se convirtieron en el vehículo de los corredores, los brazos son el motor que impulsa su sueño a la línea de llegada. En otra prueba, algunos necesitan de prótesis en las extremidades inferiores para explotar su velocidad. También hay quienes requieren de una persona que los guíe por su carril; los deportistas no podrán ver, pero en su corazón saben dónde está la meta.

Además, los competidores que demuestran que para tener una buena puntería no es necesario emplear las manos, pues las piernas ofrecen una empuñadura perfecta para el arco y enviar la flecha en el espacio preciso. En las arenas, los basquetbolistas y voleibolistas disputan cada punto, aunque estén sentados, aquí la estrategia vale más que los saltos a la canasta y a la red.

La alberca recibió a los nadadores quienes, pese a la falta de alguna parte del cuerpo, no se rindieron hasta completar su circuito. A falta de las piernas, los brazos o de ambos, los torsos navegaban en el agua, con el objetivo de imitar los movimientos de los animales acuáticos y llegar al puerto deseado.

En la cancha de fútbol aparecen los jugadores con debilidad visual. Un antifaz les cubre la vista del balón; lo identifican mediante el sonido que emite, así los oídos se transforman en sus ojos. Los pies son más sensibles, no despegan el esférico del empeine y el talón para evadir a los rivales, disparar a portería y gritar el gol.

Hace 56 años que estos deportistas sorprenden al mundo con sus proezas en las actividades donde participan. A estos atletas les sobra espírtitu de guerrero, con el cual han superado todas las pruebas que la vida les puso. Los volveremos a admirar en Tokyo 2020. 

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