El metro: su segunda casa

Por: Mayte Gutiérrez Sánchez

Esta ocasión el metro no se encuentra tan lleno como de costumbre; a pesar de que es el medio de transporte más utilizado en la Ciudad de México, en promedio 4.5 millones de personas lo usan a diario. Es sábado, son las dos de la tarde en la estación Revolución de la línea 2, hay tranquilidad y silencio.

En el pasillo del vagón de entre los asientos aparece Karen de 8 años de edad, lleva un trapo en la mano, se desliza con sus rodillas por el suelo. Se detiene a los pies de un señor, lustra sus zapatos y a cambio recibe unas monedas.

Según su declaración va en segundo de primaria, mientras ella trabaja en esta línea, su mamá lo hace en la línea 1. "Mi papá está en la casa, está enfermo y tiene calentura", dijo mientras se mordisqueaba las uñas de su mano, un tanto descuidadas por tocar el piso que recorren miles de personas al día en los vagones.

-¿Qué días vienes a trabajar?

-Domingos y martes.

A Karen se le olvidó que ese día era sábado.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) el 2013, en México hay aproximadamente 2.5 millones de niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años (de un total de 29.3 millones) realizan actividades económicas. El 14 de octubre de 2015 Milenio publicó que en el metro explotan a 547 menores de edad.

"¡Congeladas, congeladas cinco pesos!" se escucha un grito potente, en las escaleras de la estación Pantitlán. Esta voz corresponde a Dalí Yuritzi, tiene 9 años y trabaja aquí todos los días de dos de la tarde hasta las once o doce de la noche, además de congeladas, vende audífonos. Su cabello apenas logra cubrir sus orejas, tiene una playera blanca, un pantalón de mezclilla, un cinturón rosa y unas sandalias azul turquesa.

Vive en el municipio de Chimalhuacán, en el Estado de México; cursa el tercer año de primaria y su materia favorita es matemáticas. "No siempre hago mi tarea, a veces en la noche", confesó con una risa de nervios. Al preguntarle qué le gustaría

ser de grande, medita por segundos su respuesta: "quiere ser abogada especialista en derecho penal".

En una nota de emeequis, publicada el 18 de septiembre de 2015, el director del metro Jorge Gaviño, declaró que tienen videos donde se observan a los adultos que distribuyen la mercancía a los niños para que estos la vendan en los vagones. "Estamos revisando videos y notando cómo en algunas estaciones, no diré cuáles porque estamos haciendo operaciones especiales e incluso trabajo de inteligencia con la Secretaría de Seguridad Pública para dar con las personas que están fomentando la explotación infantil".

Otro caso es el de Jesús, tiene 16 años y trabaja desde hace dos años en la línea 1 del metro de Pantitlán a Observatorio. En su bolsa negra de plástico guarda su mercancía, él vende audífonos. Después de preguntarle si va a la escuela, titubea un poco y responde que sí, que cursa el primer semestre de la prepa en una escuela en Neza, municipio en el que vive. Su jornada laboral es de la 10 de la mañana hasta las 5 de la tarde.

"En un futuro me visualizo seguir como comerciante", dijo Jesús. Lleva unos audífonos negros de diadema sobre su cuello, una gorra negra de lado; además de cuatro perforaciones: oreja, nariz, labio inferior y lengua.

El 9 de diciembre de 2015 en el periódico La Crónica publicó "Reconoce el metro de aumento de niños vagoneros explotados". En esta nota el director del metro, Jorge Gaviño declaró: "Hay una Ley de Explotación de Menores, pero no podemos consignar a nadie si no hay una denuncia al respecto".

Las autoridades reconocen que los adultos utilizan a los niños como estrategia para que no se les pueda consignar al cívico. El encargado de la supervisión de los elementos de seguridad, declaró la instrucción que deben seguir cuando detienen a un vagonero: "Los llevan al cívico y es una multa de 200 pesos por vendedor. La orden era que se les cobraba cinco mil pesos, a ver si con eso entendían".

Suena la alarma de las puertas del metro en la estación Revolución, que están próximas a cerrarse. Karen espera a que entren más personas, quizá otra persona acepte que le limpie sus zapatos. Apenas son las dos de la tarde, así que todavía le faltan cinco horas para que regrese a su casa.

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