Los muertos o la latente caída al vacío
Por Octavio Ruíz
El filme Los muertos -México, 2014, 89min- segundo largometraje de ficción del director mexicano de 26 años Santiago Mohar Volkow, apenas estrenada en salas en Abril de este año, es un retrato que se vuelca sobre sí mismo.
En la noche, en su incertidumbre, una anciana lleva entre sus manos una piedra, avanza con miedo mirando a todos lados a través de un puente peatonal. Lo que carga es algo más que una piedra, se convierte acogido por las sombras en un oscuro presagio.
Un grupo de amigos ricos y clasistas, Elena (Elena Larrea), Ignacio (Ignacio Beteta), Elsa (Florencia Ríos) y su hermano Diego (Jorge Caballero), se encuentran en la casa de Santiago (Santiago Corcuera) para asistir, junto con más compañeros, a la fiesta organizada por este. La fiesta continuará hasta sus excesos e incluso se prolongará en otro lugar, en otra casa aún más asfixiante y concurrida que la primera. Luego de las celebraciones el grupo de amigos viajará a la casa de campo de Ignacio, donde los excesos seguirán, esta vez, hasta un punto fatal: aparecerá un arco y alguien caminando al borde de una terraza.
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El filme de Santiago Mohar muestra en su intimidad a los hijos de la clase alta del país y su modo de vida. Una forma vacía, apática y despreocupada de vivir, que busca a través del exceso llenar el vacío existencial con el que cargan y su insatisfacción, emocional sobre todo.
Para ellos México es la región del "nunca pasa nada", y la respuesta premonitoria de Ignacio "Un día puede pasar". Es el país desenfocado, lleno de lucecitas, que se ve únicamente a través de las ventanas de los carros. Es el país del "pinche tráfico" y del "pinche plantón de maestros", que atenta contra ellos en tanto no los deja llegar a la fiesta. Es el lugar en el que Gabriel, ya sin dignidad, es robado por el mismo señor que le ofreció llevarlo y que le termina quitando la camioneta y lo abandona desnudo en plena calle y le alcanza a asestar un "pinche güero te vas a chingar". Lo mismo que al guarura de Diego al que balean por quitarle la camioneta. Apenas salen de la casa de campo a dar un paseo y se encuentran con un carro lleno de cuerpos humanos, lo que provoca un apresurado y paranoico regreso a la seguridad de la casa-fortaleza, porque aquí todos son sospechosos. Es un país en el que no se agitan las banderas.
A ellos esa realidad no les interesa, prefieren mirar hacia otro lado, contar historias y bromear con ello, olvidarlo. Su mundo se encuentra dentro de las casas heredadas y los carros, en medio del despilfarro y la decadencia. Incapaces de sentir culpa, de sentir nada. Incapaces de comunicarse. Viven una vida sin sentido, cansada y tediosa que los lleva por la ruta del exceso lo mismo a la nada que a su propia destrucción.
El filme, cuenta con extraordinaria música del también joven compositor mexicano Diego Lozano, marchas fúnebres que además de funcionar como relieves dramáticos, también remarcan la idea de que los personajes están muertos o que inevitablemente se dirigen hacia su fin.
Todo en la película es presagio o símbolo de la caída y de la muerte. Los pequeños retrocesos temporales dentro del filme. El guarura balaceado. El "Los atraigo como zopilotes a la carroña" de Ignacio, mientras sostiene la mano de Elena. Gabriel ahogado en alcohol y las drogas casi ahogado en el baño, y apenas rescatado. El jarrón de porcelana arrojado por Santiago sin más y que "casi mata al Fede". Las botellas de cerveza cayendo por descuido desde el primer piso, la silla y la cajonera arrojados con euforia desde la azotea en plena embriagues. Los cubos de hielo cayendo sobre Elena. La pala arrojada, en suspenso, al suelo junto con el súbito silencio de la música. Todo es un constante presagio a la fatal caída al vacío.
Al final sólo queda el silencio, el llanto, el dolor contenido - hasta la película enmudece tras la tragedia desdramatizada- o quizá el intento de volar - como "la Victoria alada" de Paseo de la Reforma- y liberarse de esa "no-vida", zambullirse y desaparecer en el agua, como única purificadora.
La puedes disfrutar en la Cineteca Nacional o Cinemanía Plaza Loreto .
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