Sean bienvenidos a la mejor experiencia de su vida...

Por: Lisset Pantoja Delgado

Desde el 29 de mayo de 1966, este "monstruo" se ha convertido en un acumulador de experiencias, momentos históricos y un sinfín de emociones generadas por parte de todos aquellos que han tenido la oportunidad de conocerlo, ya sea por dentro o simplemente admirándolo desde afuera. Y es que no, hablar de él, no es sólo futbol; el Estadio Azteca es contar también de su historia, su infraestructura y su valor.

Cuenta con una capacidad para 104,000 personas, siendo así el estadio más grande de América y el tercero del mundo (después de Reungrado en Corea del Norte y el Salt Lake Stadium en la India). Fue diseñado por los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares Alcérreca e inició su construcción en 1962 como parte del proyecto para obtener la sede de la Copa Mundial de Futbol de 1970.

En un listado sobre los mejores cien recintos alrededor del mundo, realizado por la revista británica FourFourTwo, fue considerado como el cuarto mejor. Tal vez para muchos debió haber figurado entre los tres primeros lugares. Gracias a su valor histórico, belleza arquitectónica y gran capacidad, éste se ha convertido en un referente de la ciudad, así como uno de los favoritos para visitar por los turistas.

Desde finales cardiacas y emocionantes de futbol, hasta conciertos de artistas como Michael Jackson y Elton John y, claro, la visita del papa Juan Pablo II, son momentos históricos que, el también conocido como el "Coloso de Santa Úrsula", ha vivido a lo largo de sus casi cincuenta años, momentos y experiencias que cualquier otro recinto, y con toda la razón del mundo, seguro le envidia y lo hará siempre.

Es verdad que para cualquiera que no vive ni un poco cerca de él, es una larga y cansada travesía poder llegar hasta sus puertas. Camiones, metro, tren ligero, caminar y quizás otros medios de transporte más son los necesarios para poder arribar al "paraíso". ¿Por qué lo mejor siempre es tan difícil de conseguir? ¿Por qué no todos podemos vivir a pocos minutos de él y tener esa espectacular vista día tras día?

Y considero necesario que sepan que cuando habrá algún tipo de evento, cualquiera que éste sea, la travesía se pone aún peor. Imaginen ir a un partido de futbol, más cuando es considerado como un "clásico capitalino", el reto de llegar aumenta el doble; sin embargo, todo esto vale la pena con tal de poder admirar su majestuosidad y más si se trata de presenciar un atardecer estando justo ahí.

No era mi intención hablar sobre futbol y menos sobre el equipo que es su huésped principal (no por mí, sino porque con base en mi experiencia como mexicana, estoy segura que es uno de los equipos menos queridos o, como ellos dicen, "más odiados"), pero no hay duda que el Azteca es grandioso sobre todo ante este espectáculo deportivo.

Como dije al principio, el "Coloso de Santa Úrsula" no sólo es futbol, pero eso no quita la gran experiencia que otorga disfrutar un buen partido en un recinto como éste. Y más allá del espectáculo deportivo, lo increíble es ver la cantidad de gente ahí reunida; los cantos, los gritos, las mentadas de madre, las porras, la famosa "ola", los silbidos, los aplausos, los abucheos, sentir cómo el Azteca retumba; eso, eso es lo espectacular.

Hay gente de muchos lugares, a primera vista parecen extranjeros y esto se comprueba al escucharlos hablar. "This is awesome!" (¡Es asombroso!), es una de las frases que más pueden escucharse estando aquí; "sigo enamorada de este lugar", le dice una mujer no tan joven, pero tampoco tan vieja, a su acompañante; "Greatest experience ever! Nothing compares to Estadio Azteca" (¡La mejor experiencia! Nada se compara al Estadio Azteca), me dice una mujer que viene de Estados Unidos.

Parece que este lugar es el indicado para reunir a todos: hay niños,  jóvenes, adultos y personas mayores; es bueno ver que cualquiera encuentra su lugar aquí y, aún mejor, que lo disfruta. "Es su primera vez en un estadio", me platica un padre, aparentemente feliz, mientras señala con la mirada a su hijo. Hay razones de sobra para que, de ahora en adelante, el pequeño le pida fervientemente regresar.

El sol ya se está metiendo, sinceramente es una gran postal la que se nos está regalando. Tenemos vista VIP para apreciar el atardecer que, confabulado con el estadio, se ve increíble. Todos tienen su vista fijada en el cielo, es como si alguien los hubiera hipnotizado. No cabe duda de que el "gigante" es un gran aliado a la hora de querer vivir nuevas experiencias y a su vez, experimentar nuevas emociones.

Es de noche y el "Coloso de Santa Úrsula" se ha puesto soberbio. Pareciera que hemos estado en tres lugares distintos, desde que aún estaba el sol hasta ahora se ha encargado de regalar postales muy bellas. He visto, a lo largo de todos estos minutos, cómo toman fotografías del lugar y de cualquier ángulo porque, en realidad, con el que sea se ve bellísimo. "El gigante", escribe una persona mientras la publica en Instagram.

Ahora me queda más que claro por qué este lugar es un referente de la Ciudad de México y un lugar obligado para visitar; estoy de acuerdo que por su historia y por todo lo que guarda detrás de tantas memorias, pero eso no tiene comparación con todo lo que te provoca estar dentro y poder sentirlo, respirarlo, disfrutarlo, cantarlo, bailarlo... Nada como sentirte parte de una más de sus experiencias.

Sí, el Estadio Azteca es más que un partido de futbol, pero también es más que un concierto o la visita histórica de un papa; el Estadio Azteca es vida, es un atardecer, un anochecer, es eso que logra enchinarte la piel cientos de veces, es una experiencia inolvidable e inigualable, es bailar, cantar, unir tu voz con miles más y hacerlo retumbar. El "Coloso de Santa Úrsula" es justo eso: un coloso, un gigante.

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